- Brehel…
- Ella es un hibrido… ¿por qué alguien como tú, hijo de la luna, querría estar con un monstruo como ella? Lo puedes tener todo y aun así aceptas estar con una creatura tan repul…
La frase se quedo en el aire. Mire a Brehel y en su rostro vi un rio de emociones revueltas como un mar en tempestad. Dolor, ira… pero nunca lo vi dudar. Apretó la empuñadura de su espada tan fuerte que creí que la legendaria espada se rompería.
- Nunca más…-su voz temblaba con coraje- ¡nunca más vuelvan a decir eso de mi maestra…!
De repente toda la habitación se baño con una luz gris mortecina y los pocos hombres que quedaban comenzaron a convulsionarse.
- ¡No mires luna Draken! - Fue la primera vez que me grito una orden, brinco hacia mí y me abrazo. Escuche gemidos y gritos ahogándose y de repente un horrible chasquido. Después el silencio. A excepción del ruido de las llamas por todo el pueblo no se escuchaba nada más. – Por favor que sea la última vez que te veo dudar de ti misma
- Brehel… pero yo soy…
- Si tienes un poco de cariño hacia mí por favor no lo vuelvas a hacer- tomo mi rostro entre sus manos y clavo sus plateados ojos en mi. Pude observar bien su rostro a pesar de la inestable luz que nos permitían las llamas danzantes- no sabes lo doloroso que se vuelve ver como dejas que los comentarios de unos cobardes tomen las riendas de tus pensamientos.
- Yo… lo siento Brehel…- me aferre a él con tanta fuerza como me fue posible, tenía miedo de quedarme sola… de que esos brazos me soltaran.
Salimos de la alcaldía y caminamos por la calle principal esquivando los escombros que habíamos provocado. Yo caminaba arrastrando los pies y Brehel me sostenía aferrando mi cintura con su brazo. El me dijo que no poseía calor corporal pero a mí me parecía demasiado cálido. Aun no me faltaba un tiempo para darme cuenta de lo que significaba aquello. Pero por el momento no quería separarme de el, quería que el siguiera sosteniéndome como lo hacia….